Puede que el mensaje que intenta transmitirnos «Hijos de los hombres» sea que la humanidad está abocada a enfrentarse más temprano que tarde a algún tipo de imponderable que haga que la inercia que mueve el sistema socio-político y económico vigente ponga en peligro la estabilidad de la que disfrutan aquellos que se alimentan de él a una escala global y que cuando eso suceda los ricos tendrán el control de los recursos y los pobres sufrirán las consecuencias y que como el protagonista de la película deba despertar de esa catatonia nihilista postmoderna en la que permanece para intentar redimirse, no a través de la religión o la política sino a través de la acción de la solidaridad y el sacrificio.
La esterilidad de la que trata la película que se materializa con la falta de nacimientos, la falta de niños y por lo tanto de un futuro queda patente en toda la historia con el reflejo de los principales problemas de nuestra sociedad: globalización, movimientos migratorios, desigualdad, cambio climático, miedo, capitalismo salvaje, muros, etc… que provocan una esterilidad moral basada en hechos como que la cultura y el arte se conserve para una sociedad a la que no le importa realmente; los valores democráticos de libertad igualdad y fraternidad se cambien por intereses económicos que convierten al individuo en un número y la deshumanización provocada por la pérdida de la identidad histórica.
Sea cual sea la interpretación que se le de a la película, es una historia que incita e invita a la reflexión y a pensar, a profundizar en su contenido y por lo menos para mí es imprescindible su visionado.