
Sólo por el título ya acojona y eso sería suficiente per se como para animarse a ver una producción turca, por lo que parece de no muy bajo presupuesto y de temática histórica, concretamente centrándose en la figura del gobernador de Valaquia y azote de los otomanos Vlad III, popularmente conocido como Drácula. Una película con ínfulas de querer ser El reino de los cielos turca sin pasar, con suerte, de típico telefilme vespertino.
Lo cierto es que se trata de dos horas de propaganda chauvinista en la que los otomanos, véase turcos, plantan cara a un villano cruel y demoníaco encarnado en Vlad III aficionado a la guerra química y bacteriológica y a empalar a la gente (que no es que en la realidad fuese mucho mejor a cómo lo retratan en la peli pero lo cierto es que se pasan un poco).
Los protagonistas son un grupúsculo de guerreros otomanos denominados «Delilé», los locos. Valientes, carismáticos y justos. Un dechado de virtudes que deben cumplir una difícil misión enfrentándose a todo tipo e vicisisitudes para al final hacer que el bien predomine sobre el mal. Es de traca el momento en el que estos guerreros perfectos se encuentran con un grupo de gitanos que parecen ir vestidos por Jean Paul Gaultier. La verdad es que me quedé sopa tras la primera hora sin poder «disfrutar» del metraje y quedándome con la magnífica caracterización del actor que interpreta a Vlad III. Algo parecido a las pelis de indios y vaqueros; pero trasladado al siglo XIV.
Cosa mala.