
Un niño diabético y un meteorito de 14 Km. ¿Qué es peor para un apocalipsis?.
Un ingeniero cuñao pero sin ese pedante: «te lo dije», es seleccionado junto a su perfecta esposa-runner amateur-ama de casa-histérica-idiota y su hijo diabético (este dato es importante aunque parezca que no) para sobrevivir al fin del mundo en un bunker secreto debido a la llegada de un meteorito acojonantemente grande aparecido como por arte de magia. La familia se despide de sus vecinos con alguna que otra tirantez por haber sido elegidos sólo ellos y se van al refugio, cae el meteorito, se toman unas cañejas, sobreviven y son felices pase lo que pase. Fin.
Este sería el argumento de la película si no le metieran el «conflicto» que cambia la situación de los protagonistas y afecta al resto de su perfecta y programada tocata y fuga. El guión de esta película parece estar escrito con el único propósito de insultar la inteligencia del espectador. Hasta el/la guionista más perezos@ sabe que basar el punto de giro principal del guión, sobre el que descansará el resto de la trama en algo tan evidente y telegrafiado desde el inicio del metraje no puede ser tan absurdo como para transformar lo que debería ser una historia de catástrofes y extinción en una historia cómica de catástrofes y extinción. Véase, si vas a nadar con tiburones no te embadurnes en carnaza y te tires al agua; si eres alérgico a los cacahuetes pues no comas cacahuetes y no te olvides la epinefrina (guiño) o si eres diabético no comas dulces y no te olvides la insulina (guiño, guiño) .
Total que después de ese punto de giro magistral, que hasta el espectador más bisoño puede identificar, resulta un despropósito de huídas, peleas, supervivencia urbana de andar por casa y yo te buscaré en Groenlandia, en Perú, en el Tibet, en Japón o en la isla de Pascua como decía la canción; efectos visuales espectaculares (la típica espantada de pajaricos que no falte), sucesión de imágenes familiares moñas y demás movidas.
El final podría salvar un poco toda la historia si lo dejaran abierto como parece en un principio pero justo cuando crees que se va a ver el «The End», la historia continúa unos minutos hasta el auténtico final que resulta un poco bastante Disney. Sin embargo, si aceptamos la premisa anterior con cierta tolerancia, basándonos en el supuesto de que l@s espectadores son idiotas, la película resulta aceptable sin llegar, eso sí, a entusiasmar.
Recomendable si quieres pasar dos horas entretenid@ y si no eres muy exigente.