«El espacio es un enjambre en los ojos; y el tiempo un zumbido en los oídos. En esta colmena estoy encerrado. Sin embargo, si antes de vivir hubiésemos sido capaces de imaginar la vida, ¡qué loca, imposible, indeciblemente extraña, maravillosa absurdidad nos hubiera parecido!»
Pálido fuego. Vladimir Nabokov. Canto tercero. Línea 220
Un grupúsculo de combatientes de ambos bandos durante la Guerra Civil se ven envueltos en una movida con zombis por obra y gracia de unos malvados SS. Fin.
Partiendo de que el género zombi empieza a estar saturadito y que el público se lo toma cada vez menos en serio (sobre todo tras las últimas temporadas de TWD) mezclar la guerra civil española con muertos vivientes en una suerte de distopía fantástica tipo Overlord resultaba una premisa refrescante y esperanzadora que me atrajo, no voy a negarlo, desde el primer momento que vi el trailer de la película; pero (y ahora viene el pero) el producto final no fue lo que me esperaba suponiéndome una decepción que ya me temía.
Esta pelí se basa en una novela, Noche de difuntos del 38 y en otros casos como en Tiburón o Rambo las adaptaciones al cine cambiaban las historias originales pero mejorandolas de algún modo para que la audiencia las disfrutase más. En otros casos como El niño 44 o Laúltima legión las adaptaciones, incluyendo cambios, fueron muy pobres en comparación con las novelas siendo películas bastante malas.
Si ves Malnazidos sin haberte leído la novela te parecerá un producto de entretenimiento con un nivel técnico y humano muy alto, algunas partes forzadas y personajes desaprovechados que te hacen pensar: «Vale, al ser algo distópico, aceptamos pulpo como animal de compañía pero vale»
Si la ves habiendo leído la novela o si la lees después de ver la peli entiendes que lo que falla es la “adaptación” de la historia que busca ser lo más Snyder y mainstream posible sacrificando tanto carisma como coherencia a raudales.
Evolución de mi expresión desde que me di cuenta que la peli no carburaba hasta el final de la misma
Como conclusión, podemos perdonar que se inventen personajes como la monja o el fotógrafo americano; que usen fusiles Thompson y Lee Enfield o fusiles españoles Z-45; que los soldados SS luzcan uniformes que no empezaron a usar hasta la Segunda Guerra Mundial; que hayan pretendido hacer un Overlord cañí para Pablos Motos; que cambien los roles de personajes de la novela idiotizando o villanizando a la peña; que se inventen a un nazi malo malísimo de opereta mezcla se Otto Skorzeny y Menguele que resulta más cómico que trágico; que acudan a lo de cortar una mano como si fuera de mantequilla de un solo tajo para no convertirse en zombi como si lo hicieran todos los días; que cambien el orden y la forma de morir de los personajes para darle más carácter mainstream así como que el final de la historia resulta muy abierto y bastante flojillo sin el “illo»( es mejor el de la novela). Todo eso puede perdonarse al fin y al cabo es una distopía con cierto margen de maniobra pero lo que no podemos perdonar, lo que sí es de malnacidos, es que un gallego (y de Boiro) ¡no tenga acento joder!
Podría decirse que Manuel Martín, el autor de la novela, les entregó la resplandeciente Las Vegas y los responsables de adaptar la película la convirtieron en la decadente Atlantic City.
Sorprende pensar que el trailer es mejor que la película entera.
Lo único que me interesaba de los Oskars de ese año era saber si, al fin, Kirk Lazarus ganaría su decimosexta estatuílla por Chubby Rain 2. Un neo noir gothic thriller en el que interpretaba a un butanero jubilado llamado Rogelio Cifuentes víctima de una estafa piramidal. Jamás imaginó que poco antes de recibir el premio el presentador de la gala, un afroamericano albino con ojo vago, haría un chiste sobre la credibilidad no sólo de aquella interpretación sino también por la que le supuso su decimosegundo galardón en la que interpretaba a un polo de fresa esquizoide hebefrénico durante la revolución ludita de 1811 en Normal Rain.
Aquel chiste provocó una reacción extraña Kirk Lazarus que, unida a los siete gramos de marlotina que llevaba encima, hizo que saltase al escenario caminando con calma hacia el maestro de ceremonias con dudosas intenciones para, al fin, demostrar su infinito talento recreando la escena cumbre de NormalRain. En ella, el polo de fresa comprendía al fin el método para hacer magdalenas caseras y se moría infartado levantando al público presente en la gala en una ovación que duró alrededor de tres horas y dos minutos provocando un éxtasis místico de la cultura del ácido.
Kirk Lazarus no ganó su decimosexta estatuílla de la Academia pero demostró una vez más que podía interpretar con cierta solvencia y credibilidad a un polo de fresa esquizoide hebefrénico.
Como la primera temporada de El ministerio del tiempo, pero trasladándolo al mundo literario,cada relato iguala o mejora al anterior. Pocas antologías que hayan caído en mis manos me han dejado tan buen sabor de boca como ésta. Como una cosmogonía vívida en la que dioses mortales improvisan universos, catorce historias con temáticas y géneros muy variados que junto a una maquetación e ilustración sensacionales a cargo de Rocío Stevenson y Lucyna Adamczyk nos permiten disfrutar de una gran experiencia lectora desde el primer octosegundo.
Seguramente el relato más clásico en cuanto al género, a mí me recordó mucho a Frank Herbert. Gran relato, gran descripción de culturas, planetas y ecosistemas, uso de elementos mitológicos, Pop y clásicos reconocibles que te hace disfrutar cada palabra. Deslumbrante y adictivo.
F2H Banshee
Una misión misteriosa, un planeta maldito, un mensaje de radio….
«Lo normal es pensar que sólo sirven para asustar a los niños e inspirar a los poetas noches de tormenta».
En el espacio nadie comerá sus guisos. Yolanda Fernández Benito:
El relato más divertido y original, puro costumbrismo ScyFy. La vida de Mariano y Carmen transcurre tranquila en Villaverde de Enmedio a finales del siglo XXI hasta que un suceso relacionado con su hija los obliga a dar un giro de ciento ochenta grados y plantearse una aventura que nunca habían imaginado.
Poniéndose en forma a…
velocidad de trote cochinero
Marianadas, nueve meses de permiso de maternidad, un viaje a la Luna y guisos de chuparse los dedos. No se necesita más para disfrutar de un relato que te arranca más de una sonrisa a la par que te hace reflexionar.
«Traje de michelin, gorro piscinero y las botas de pisar charcos»
Porque hay veces que un comunicador holográfico no es suficiente….
4. El precio del espacio. Jesús Durán Durán
Jasmine y Roger, una pareja que busca de piso en una estación espacial orbitando el planeta Trisfora. Todo normal si no fuera porque el planeta presenta un clima errático, una atmósfera irrespirable y con otro peligro: insectos capaces de perforar los trajes y protecciones. Un cadáver, un secreto y una conspiración. Suspense cotidiano en una estación espacial. Toques de Rebelión en la granja incluidos.
5. Edén. Óscar Navás
El relato más psicológico de la antología que te puede hacer pasar un mal rato por lo opresivo que resulta en algunas partes. Un envío desde la tierra a Arcaia planitia en Marte, Domos para la supervivencia de colonos y el cultivo de flora, un devastador cambio climático en la tierra, conocimientos botánicos a cascoporro, unas semillas y un árbol.
¿Va o no va la vaina?
Influencias de Alien y El marciano.
6. No me hables de colonización espacial. Rafa Díaz
El más técnico y profundo y con mensaje más crítco por las numerosas referencias a sistemas, estrellas y cinematográficas como: Zeta Reticulli (Alien), Lacaille 9352, Endurance-7 (Interstellar). En la que una camionera espacial reflexiona sobre la globalización espacial, el turismo masivo, la capacidad de monetizar y capitalizar cargándoselo todo hasta desembocar en el salvaje consumismo y la más mediocre frivolidad. Ya no se puede pasear por los pinos verdosos de Próxima B o por las playas inmaculadas de Alfa Centauri C. La luna se usa como pantalla para proyectar anuncios.
No sé yo esta playa de Alfa Centauri C…
Una reflexión sobre la propia naturaleza humana sea cual sea el medio que habite.
7. La prueba de Carauna. Héctor Vielon:
El de estilo más fantástico, dividido en cuatro partes nos presenta la historia de la extinción del sol y sus consecuencias para la tierra, la posterior partida de flotas con colonos y la de un reto que cinco cazadores deberán hacer frente para conseguir el favor de Carauna, la regidora de Candano, uno de los planetas colonizados al brindarle la cabeza de Bigorno.
El Bigorno…
Es un relato que sorprende porque recuerda al género de espada y brujería pero a la vez tiene un toque de ciencia ficción que lo convierte en un híbrido extraño pero muy entretenido.
Estupidización colonial. Román Sanz Mouta:
Tal vez uno de los relatos más geniales e impactantes que haya leído inmy whole fucking life . Derroche de surrealismo, oda al absurdo, toques de realismo mágico y múltiples referencias tanto musicales como cinematográficas. La confirmación de que una idea peregrina desde el principio puede dar como resultado una historia que provoque rugidos epifánicos, un viaje a través de los mundos tanto físicos como oníricos.
así se las gasta Nirvana Boreal…
Una historia que juega con la analepsis y la prolepsis en la que una banda de Rock, Nirvana Boreal, surca el espacio a bordo de Alice, una bionave, con la intención de coloniar un planetoide. Alcohol, risas, llantos, un terrible dios topo, abrazos tentaculares y una caravana del viejo oeste namekiano nos mostrarán que nada importa hasta que realmente importa.
Una auténtica experiencia lectora.
¡Non somos dignos!
Éxodo cósmico. Fran Castillo:
El relato más sorprendente por su planteamiento y por un contenido que te desarbola al llegar a la mitad y te arranca una medio sonrisa al finalizar. Una misión de colonización que llega al planeta destino encontrándose una misteriosa y enorme nave. Ocultamiento de información, desconcierto, dudas de la tripulación para enviar el conforme a nuevas misiones a ese planeta. Dos relatos independientes con un planteamiento más que interesante y entrelazados por un tractor.
Travesía nocturna. Germinal García:
Tal vez el relato más brutal de la antología por la crudeza con la que refleja la realidad de los personajes sin recurrir a lo gore o lo desagradable. Un transporte de combustible, una estación de servicio, una amable invitación y un final que no te esperas. Al fin y al cabo, como se cita en el relato: «La desesperación, como cualquier instinto primario, siempre termina por revelarse en un gesto, en una mirada, en una palabra…»
Registro de memoria 938C. Víctor S. Domz:
Aunque parezca raro, yo diría que es el relato más gótico de la antología. Una especie de cronotpo que une lo anterior con la ciencia–ficción. El génereo epistolar se sustituye por entradas de audio en un diario de terraformación. La atmósfera del relato, así como la paranoia del protagonista resulta opresiva y el suspense se mantiene hasta el final.
Un planeta desértico, un plan de terraformación, una conspiración y un descubrimiento inesperado.
El técnico de vanguardia. Gael Velasco Benito:
Siglo XXIII, sólo en un planeta desértico que va cobrando vida poco a poco y un trabajo que supone un 5% de aventura, un 5% de trabajo y un 90% de aburrimiento. Dimas, un técnico que se encarga de vigilar las primeras etapas de terraformación en un planeta desconocido se da cuenta de hecho extraño y decide ocultárselo a su supervisora Anusha. Robots tortugas, un romance y un misterio. Una tumba de silencio que se pierde en la tierra, un gran relato.
Yo humano. Patricia Hernández Delgado:
Ya sólo por el título, sin leer el relato, te suena a Asimov la cosa y se te hace el culo pepsicola pero es que después de leerlo piensas: «efectivamente, no me equivocaba».
Una brecha interdimiensional, robots de grafeno conectados al universo, entes de carbono y un abujero negro supermaviso con nombre de canción de los Maiden. Con una estructura de tres partes con las dos primeras como dos puntos de vista de la misma situación y una tercera a modo de conclusión nos ofrece el vínculo de un niño con un robot y nos desvela, de alguna forma, la oscuridad inmanente de la pobre alma humana. Tal vez uno de los relatos que más me hayan gustado de la antología y me gustan MUCHO todos.
La complacencia y otras derrotas tras la victoria. Carlos Ruiz Santiago:
Uno de los relatos más reflexivos que te dejan los pelos de punta sobre un oscuro imperio expansionista, una guerra y gente que desaparece por la noche cuyo único delito había sido el hablar, no por la necesidad de socializar o evitar la soledad si no simplemente hacerlo. Una historia que traslada los entresijos más sórdidos de los totalitarismos más crueles de la historia a un contexto Ci-fi de forma que te hace preguntarte cosas como:«¿Nunca habéis decidido crer en una mentira porque la verdad sería demasiado inabarcable?». Un relato que refleja sombras oscuras sobre un universo lleno de estrellas.
Notas sobre el exilio. Rocío Stevenson:
Un canto al lamento de la pérdida y al débil eco de la esperanza en siete partes con el que se cierra la antología porque a ocho treinta y dos minutos luz del astro rey se puede ser valiente a pesar de que en una oscuridad insondable, nos lleguen ecos de otro mundo, la música de un cielo ya perdido.
Conclusión discutible:
No es ciencia-ficción de chichinabo escrita por peña que tiene doce años de edad mental y que escribe como tal, aquí hay nivel tanto en el aspecto técnico como en el literario y todos los relatos serían mi favorito en cualquier otra antología. Como dicen las coordinadoras en el prólogo y el señor Paco Illescas, autor del primer relato de la antología La colonización espacial en la ciencia fición a modo de guía para escribir un relato de ciencia ficción y del cuál no me olvido: «Su objetivo fundamental es estimular ese deseo aderezado con ese miedo que el ser humano siente hacia lo exótico y lo desconocido. Esa mezcla de curiosidad y morbo ante lo que intuye que está pero que puede ser. Necesidad de lo nuevo y sorprendente que trata temas como: Terraformación, Domos e impacto humano (encuentro con alienigenas)».
Una antología fetén que no es un producto, es una obra de arte que nos conduce a través de sus relatos a lugares y sensaciones familiares pero que nunca imaginamos. Al fin y al cabo, parafraseando a Paul Éluard: «Hay otros mundos pero están en éste. Hay otras vidas pero están en ti».
Carusa que se te queda cuando acabas de leer esta antología.