«Por lo visto, todos los animales heridos se reconocen, de cualquier especie»
Auri Lizundia, Capitulo III. Becaria en llamas
«Qué extraordinaria es, qué inaccesible. Hiere como hieren las rosas, aunque no con la espina como han dicho tantos. La rosa hiere siempre con su rosa y el desgarro es el de la espina, pero a menudo es una herida de mera belleza, sólo fuego de belleza»
Aniara, 19. Harry Marteson
I.
Marchemos hacia ese mar de fuego
no estás sola bajo la lluvia fría
Si buscas la chispa que prenda las llamas
Aquí tienes tu primera cerilla
II.
No te rindas en desiertos interiores
Ni permitas que la llama se consuma
Aunque el tiempo reabra tus heridas
No estás sola bajo la lluvia fría
III.
Hiere como hieren las rosas
Que no sólo hieren con sus espinas
Hiere con su belleza que es fuego de belleza
Hiere con su mirada y su rebeldía
IV.
Hiere con su fuego y melancolía
Hiere con su nobleza y decepciones
Hiere con su gracia y sus lágrimas
Hiere con su tristeza y su valentía
V.
Hiere floreciendo en el abismo
Hiere con sus sombras oscuras
Hiere con sus gritos de silencio
Hiere con su dolor y su vacío
VI.
Hiere con su fuego deslumbrante
mar resplandeciente e inextinguible
Luz altiva que desgarra el alma
Igual que la carne sus espinas
VII.
Hiere como hieren las rosas
Que no sólo hieren con sus espinas
Hiere con su belleza que es fuego de belleza
Hiere con su sonrisa y su poesía
VIII.
Porque aunque la tormenta arrecie
Y el tiempo reabra tus heridas
Ese fuego, que es fuego de belleza
Seguirá ardiendo en ti.
IX.
Y aunque la luz parezca apagarse
Devorada por la bestia del olvido
Al herir como hieren las rosas
Ese fuego jamás será destruido
X.
Marchemos, marchemos hacia ese mar de fuego
Sin temor a la rosa y sus espinas
Marchemos, marchemos hacia ese mar de fuego
Somos una comunidad de cerillas.