
“Querida Beth, en el ajedrez como en la vida, que sepas mover las piezas no significa que sepas jugar”. Esta parece ser la premisa con la que arranca esta magnífica serie y que acompaña a Beth Harmon (espléndidas Anya Taylor-Joy e Isla Johnson), una huérfana que descubre ser un prodigio del ajedrez tras doparse con unos tranquilizantes. Somos testigos de su aprendizaje tanto en el ajedrez como en su propia vida de forma que parece estar jugando una partida en el que el primero son las blancas y lo segundo las negras con el único objetivo de destruirse unas a las otras.
A medida que va quemado etapas en esa partida entre su don y su vida parece que el ajedrez acabará por consumirla pero los diferentes personajes secundarios, que aparecen y desaparecen en los momentos justos de la trama siendo otra de las joyas del argumento la van guiando como si fueran diferentes faros en su complicada singladura hasta puerto seguro.
El ritmo y la propia serie una la impresión de ser una partida de ajedrez cuyos movimientos no somos capaces de ver hasta que los tenemos delante y cada capítulo es una fase de esa partida en la que se nos presenta la evolución del personaje hasta desembocar en un final a la altura de todo lo anterior.
Muy recomendable.