Fires


Ya no había luz porque todo parecía un sueño en el que la fría bruma lo envolvía todo. Acercándose, lentamente hasta devorarla. Cerró los ojos para ver con claridad y en ese instante final en el que la muerte parecía volar con alas rotas entre las sombras de los árboles y los susurros del viento comprendió que sus pasiones y miedos ardían en los mismos fuegos luminosos y bellos.

The Newsroom. Opinión subjetiva


Puede que The Newsroom sea una de las series más infravaloradas y tal vez injustamente terminadas de la historia de la televisión, de esas que no conoces o no oyes hablar a no ser que actúe el boca a boca y algún amigo o familiar te la recomiende encarecidamente, pero si tienes dicha suerte y la oportunidad de verla resulta una de las mejores series que haya visto.

Los temas que trata, las subtramas, los personajes, valores periodísticos, el reparto y su final son tan extremadamente buenos que cuando acabas de ver el último capítulo sientes cierta tristeza por saber que ya no habrá más porque desde casi el primer segundo te sumerge tanto y tan bien en las vidas de sus personajes y experiencias que no quieres que se acabe.

En una época en la que los eruditos han dejado el papel de intelectuales públicos a expertos y presentadores. No hacen falta pruebas ni argumentos. Opiniones contra opiniones confundiendo el descaro con la razón. The Newsroom resalta la importancia del periodismo de calidad más allá de las audiencias y los anuncios para generar contenido que informe a la audiencia de los hechos contrastados y documentados caiga quien caiga para no caer en la manipulación, la demagogia y el fanatismo de forma que sea el baremo de la calidad democrática de un país.

Muy recomendable.

¿Llegaron?


Última foto conocida de Mallory e Irvine.

Ayer se cumplieron cien años del primer intento para hacer cumbre en el Everest. Sus protagonistas fueron George Leigh mallory de 37 años, veterano de la Gran Guerra y considerado uno de los mejores y más experimentados alpinistas de su época y el estudiante de ingeniería de 22 años Andrew «Sandy «Irvine. Como otras famosas expediciones en las que no hay supervivientes, véase la Expedición Franklin o el paso de Diátlov, sólo se pueden hacer especulaciones sobre lo que pasó aquel día de junio. Unos dicen que con el equipo que llevaban y por la ruta que realizaban no habrían podido hacer cumbre y que al dar la vuelta ya sin oxígeno suplemetario y en la oscuridad sufrieron una caída que les costó la vida; otros afirman que hicieron cumbre y que al descender sufrieron el accidente.

Las pruebas con las que se contaba antes del descubrimiento del cuerpo de Mallory en mayo de 1999 eran el testimonio de Noel Odell, un geólogo compañero de expedición, afirmó ver al mediodía del 8 de junio desde el campamento VI a unos 7900 m dos puntos negros que identificó como Mallory e Irvine antes de llegar al segundo escalón de los tres que había de sortear a unos 8600 m. Luego una nube los envolvió y no se supo más de ellos.

En 1933 se encontró el piolet de Irvine a 8640 m.

En 1999 se encontró una de las bombonas que llevaban, la número 9 abandonada a 8475 m poco antes de llegar al primer escalón, la cota más alta de la que se tiene constancia a la que llegaron. Tras el descubrimiento del cadáver de Mallory se dedujo que había sufrido una caída, tenía la pierna izquierda rota y un golpe inciso contuso encima del ojo izquierdo que seguramente le produjo la muerte. El cadáver estaba bien conservado y tenía en sus bolsillos las últimas cartas del alpinista, su reloj de pulsera, parado a las 12:52 de la mañana. Las gafas de sol también estaba en uno de los bolsillos por lo que se cree que cuando se produjo la caída ya era de noche. Tampoco se encontró la fotografía de la mujer de Mallory, la cuál el propio Mallory dijo que dejaría en la cumbre ni la pequeña cámara Kodak que llevaban para documentar el hito.

El cadáver de Irvine nunca ha sido encontrado, o bien porque sencillamente no está donde se supone debido a que pudo haber caído al vacío junto a Mallory o bien porque aunque se encuentre en algún lugar de cerca de la cumbre cualquier expedición de búsqueda resulta muy complicada al tratarse de la «zona de la muerte» en la que el oxígeno es sólo un tercio con respecto al nivel del mar. Se dice que uno de los miembros de una expedición China de 1975 encontró a «un inglés con equipo antiguo» cuyo cuerpo estaba apoyado en una roca pero esa persona murió en una avalancha al día siguiente sin poder dejar una referencia exacta del lugar.

¿Hicieron cumbre aquel 8 de junio? ¿Se dieron la vuelta antes de alcanzarla? Son cuestiones que nunca podrán probarse a no ser que se encuentre el cadáver de Irvine con la cámara o la propia cámara con la suerte de que la película aún pudiera revelarse todo lo demás se reduce al romanticismo de los exploradores. Puede que fueran los primeros en alcanzar la cima del mundo pero no los primeros en volver para contarlo. En cualquier caso alcanzaron la inmortalidad.

Citas (CXXXVII)


«El Everest era la encarnación de las fuerzas físicas del mundo, a las que debía oponerse con el espíritu del hombre. Imaginaba el júbilo de sus camaradas si lo lograba. Imaginaba la emoción que su éxito despertaría entre todos los alpinistas; el prestigio que ello aportaría a Inglaterra; el nombre que le daría a él mismo y la satisfacción de saber que su vida había valido la pena [… ] Tal vez no llegó a formularlo exactamente así, pero en su mente debió de tener la idea del «o todo o nada». De las dos alternativas, volverse por tercera vez o morir, la última era para Mallory la más sencilla. La tortura de la primera habría sido para él, como hombre, escalador y artista, imposible de soportar.»


Sir Francis YounghushandThe Epic of Mount Everest, 1926

Atlas


Podríamos estar ante otra de esas “joyas” producidas por el gigante del entretenimiento a base de pantagruélicos presupuestos que permiten unos efectos visuales lo suficientemente espectaculares como para disimilar un argumento lleno de huecos y plagios menos descarados de lo que se pretendería (Véase Aliens y Terminator) que cumplen su cometido siendo su calidad en general bastante mediocre. Ya lo intentaron con Rebel Moon y así les fue.

En un constante quiero y no puedo la historia transcurre en un incesante diálogo entre una protagonista algo repelente y con traumas infantiles interpretada por una J. Lo cuyo mayor talento interpretativo es casi tomar prestada la voz de la gran Nuria Mediavilla y un droide de combate con mucha paciencia.

Alguna escena de acción para no perder el interés demasiado, un villano de chichinabo con lentillas y unos personajillos secundarios que son barridos de escena para no quitar protagonismo a J.Lo, excepto el siempre talentoso Mark Strong, que se lo lleva muerto) con un final moralizante y esperanzador cuyo mejor resumen sería decidir si te gustan más las tartas o los pasteles nos ofrecen “dos horitas de entretenimiento”.

Antes los malos eran los nazis, los soviéticos, los fundamentalistas islámicos y ahora la amenaza es la Inteligencia Artificial que puede ser peor que todos los anteriores juntos o , al menos es la impresión que esta producción quiere causarnos.

Recomendable hasta cierto punto aunque si se tiene antojo de este tipo de pinículas es mejor decantarse por The creator o la francesa O2.